En el pintoresco pueblo de Sidi Bou Said, los visitantes quedan inmediatamente cautivados por su encanto. Las calles adoquinadas, las vibrantes buganvillas fucsia y las icónicas casas azules y blancas crean una atmósfera inolvidable. Encaramado en una colina con vistas a Cartago, Sidi Bou Said ofrece impresionantes vistas del Mediterráneo.
Este pueblo, con una rica historia que se remonta a los cartagineses y romanos, se convirtió en un lugar espiritual en el siglo XI cuando el maestro sufí Khalaf Ben Yahia Tamimi se instaló allí. Su influencia añade un aura mística que sigue atrayendo visitantes.
Sidi Bou Said se hizo famoso por su arquitectura única, especialmente después de que el barón Rodolphe d’Erlanger ayudara a proteger el pueblo del desarrollo incontrolado en 1915. Los edificios azules y blancos que vemos hoy son el resultado de esta preservación, y la casa de d’Erlanger es ahora la Centro de Música Árabe y Mediterránea.
Paseando por las calles estrechas, los visitantes pueden disfrutar de los aromas del jazmín y del té de menta. El Café des Nattes y el Café Sidi Chaabane son lugares populares tanto para los lugareños como para los turistas y ofrecen impresionantes vistas de la bahía. Muchos artistas, entre ellos Simone de Beauvoir y André Gide, se inspiraron en la belleza de este tranquilo pueblo.
Sidi Bou Said es más que una simple visita: es una experiencia de elegancia atemporal. Algunos turistas incluso optan por alojarse en encantadoras casas de huéspedes o cenar en restaurantes gourmet con terrazas con vistas al mar. Este encantador pueblo sigue siendo un destino de ensueño tanto para los tunecinos como para los viajeros.